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Departamento de Prevención de CEN
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Ruido en el puesto de trabajo
Departamento de Prevención de CEN
Los niveles de ruido elevados en nuestra vida cotidiana y en nuestro ambiente de trabajo exponen a muchas personas a niveles que pueden llegar a dificultar su actividad y también a causar daños irreversibles para su salud.

 

El ruido es probablemente uno de los riesgos laborales más extendidos y menos considerados. Se calcula que un 30% de la población trabajadora está expuesta a ruidos que superan los 85 db(A). Tras 35 años de exposición a 85 dB(A), un 9% al menos de trabajadores presentará sordera profesional, mientras que para una exposición a 90 dB(A) en el mismo período de exposición aumenta al 20%.

Además de provocar pérdida de audición, el ruido dificulta la comunicación, aumenta la probabilidad de errores y con ello la probabilidad de accidentes, genera estrés y puede contribuir a la aparición de problemas circulatorios, digestivos y nerviosos.

Un ruido se percibe con mayor o menor intensidad, aparte de las peculiaridades del sistema auditivo de la persona que escucha, dependiendo de dos factores físicos fundamentales:

  •  Nivel de presión sonora.
  • Frecuencia.

Además de estos factores, existen otros de tipo subjetivo como la salud del perceptor, la actitud ante el ruido, el ser o no sujeto generador del ruido, etc.

Tipos de ruido

Se establecen distintas clasificaciones de tipos de ruido. La siguiente división engloba la mayor parte de los casos que se presentan:

  • Ruido estable: de banda ancha y nivel prácticamente constante que presenta fluctuaciones (±5 dB) durante el periodo de observación.

 

  • Ruido intermitente fijo: se producen caídas bruscas hasta el nivel ambiental de forma intermitente, volviéndose a alcanzar el nivel superior fijo. El nivel superior debe mantenerse durante más de un segundo antes de producirse una nueva caída de nivel ambiental.

 

  • Ruido intermitente variable: está constituido por una sucesión de distintos niveles de ruidos estables.

 

  •  Ruido fluctuante: durante la observación, este ruido varía continuamente sin apreciarse estabilidad.

 

  • Ruido de impulso/impacto: se caracteriza por una elevación brusca del nivel de ruido en un tiempo inferior a 35 milisegundos y una duración total de menos de 500 milisegundos. El tiempo transcurrido entre crestas debe ser igual o superior a un segundo. El ruido de impulso/impacto puede darse interrelacionado con los otros tipos de ruido: estable-impulsivo, fluctuante-impulsivo o intermitente-impulsivo.

 

Factores de riesgo

El riesgo fundamental que genera la exposición prolongada a altos niveles de presión sonora es el aumento del umbral de audición.

Existen cuatro factores de primer orden que determinan el riesgo de pérdida auditiva: nivel de presión sonora, tipo de ruido, tiempo de exposición al ruido, y edad. Además de estos, existen otros factores como las características del sujeto receptor, el ambiente de trabajo, la distancia al foco sonoro y la posición respecto a él, el sexo, las enfermedades, la osteoesclerosis y las sorderas por traumatismo craneal.

La importancia del primer factor, mayor o menor nivel de ruido, es primordial. No puede establecerse una relación exacta entre nivel de presión sonora y daño auditivo, pero es evidente que, cuanto mayor es el nivel de presión sonora, mayor es el daño auditivo (pérdida de audición), pero la relación entre ambos no es lineal.

El tipo de ruido, considerado como otro de los factores importantes, influye, por una parte, en cuanto al espectro de frecuencias en que se presenta, así como en cuanto a su carácter de estable, intermitente, fluctuante o de impacto. Es generalmente aceptado que el ruido continuo se tolera mejor que el discontinuo.

Un ruido que se distribuya en gran parte en frecuencias superiores a 500 Hz presenta una mayor nocividad que otros cuyas frecuencias dominantes son las bajas. También se consideran más peligrosos los ruidos de banda muy estrecha que los de banda ancha.

Con ruidos de impacto, cuando el nivel es suficientemente alto, hay estampidos que alcanzan los 140 dB y pueden generar una lesión inmediata por trauma sonoro.

El tiempo de exposición se considera desde dos aspectos: por una parte, el correspondiente a las horas/día u horas/semana de exposición, que es lo que normalmente se denomina tiempo de exposición, y por otra, la edad laboral o tiempo en años que el trabajador lleva actuando en un puesto de trabajo con un nivel de ruido determinado.

Hay que tener en cuenta que el oído va sufriendo con la edad y, al margen del tipo de exposición al ruido, se producen unas pérdidas auditivas, es decir, un aumento del umbral de audición.

 

Efectos de la exposición al ruido

Cuando se habla de los efectos producidos por un ambiente ruidoso, normalmente sólo se consideran aquellos efectos que suponen la pérdida de capacidad auditiva en la comunicación oral, como consecuencia de sorderas originadas tanto en ambientes laborales como extralaborales, y no se suelen señalar otros efectos anteriores que se producen en las personas expuestas, conjunto de efectos que conocemos por trauma sonoro. El tipo de efectos depende de distintos factores:

  •  Extrínsecos al individuo: características del ruido, presión sonora, frecuencia; tiempo de permanencia en ambientes ruidosos; la conjunción de la intensidad y el tiempo de exposición se puede sustituir por la dosis recibida.

 

  • Intrínsecos a la persona expuesta o receptivos: Condicionados por las características propias del trabajador expuesto.

 

Los efectos auditivos más frecuentes son los siguientes:

  • Enmascaramiento: la percepción oral queda lesionada como consecuencia de niveles sonoros de fondo, o ruido enmascarante, que impide la comprensión de las palabras que normalmente se realizaría fuera de ese ambiente. Esto trae como consecuencia un aumento de la carga de trabajo para alcanzar el mismo nivel de entendimiento conversacional y en el nivel de atención en la transmisión de órdenes e interpretación de señales acústicas. Todo ello puede afectar sensiblemente a las condiciones de seguridad.

 

  • Fatiga: aumento, transitorio y recuperable del umbral de audición, consecuencia de la exposición a niveles sonoros elevados. El tiempo de recuperación o regreso al nivel de base es variable, pueden ser horas, días o semanas en función de las características de la exposición y de las intrínsecas a la persona afectada. No se ha podido cuantificar objetivamente la relación entre la pérdida temporal de audición por fatiga y la pérdida permanente, sin embargo, cabe señalar que los individuos más fatigables serán los más predispuestos. Este fenómeno obliga a realizar los estudios audiométricos después de un periodo de no exposición.

 

  • Hipoacusia: la exposición repetida a elevados niveles sonoros produce en las personas expuestas lesiones irreversibles en el oído.

 

  • Sordera profesional: se considera cuando la hipoacusia alcanza las frecuencias que intervienen en la comunicación oral de las personas.

 

Los efectos extra-auditivos más frecuentes son: disfunciones cardiorrespiratorias, variaciones en el metabolismo y el sistema endocrino y efectos sobre el sistema nervioso central y periférico.

Determinadas experiencias han demostrado que la exposición a ruidos blandos produce taquicardias. Igualmente, con ruidos complejos se detectan bradicardias. Asimismo, la exposición a niveles muy elevados, 116 dB(A), produce un aumento de la tensión arterial, otras experiencias han demostrado alteraciones en el ritmo cardiaco. Se han descrito disminuciones de la movilidad gástrica y la secreción digestiva. Sobre el sistema nervioso central y periférico se han detectado efectos difícilmente valorables al estar muy influenciados por las características intrínsecas del receptor. El ruido blando produce activación, mientras que el ruido complejo es inhibidor.

Efectos inespecíficos: La exposición a niveles sonoros incluso de bajo nivel produce en los individuos respuestas muy variables, un mismo sonido puede generar respuestas subjetivas en un mismo individuo distintas e incluso contrarias, según su estado anímico, etc.

Las respuestas pueden ser dispares: manifestaciones de protesta o agresividad, dificultad para alcanzar el sueño o falta de nivel de concentración para el trabajo intelectual.

Medidas preventivas

  • En general, hay que evitar los ruidos innecesarios; si esto no es posible se debe evaluar el nivel de ruido que se produce en el entorno laboral durante el tiempo de trabajo (tiempo de exposición).

 

  • Si el ruido supera los 80dB (A) de nivel diario equivalente, se debe informar y formar al trabajador sobre los riesgos relacionados con la exposición al ruido y sobre el modo de prevenirlos (métodos de trabajo, protecciones, etc.), hacer un reconocimiento inicial de la función auditiva y controles periódicos, informar sobre los resultados, así como proporcionar protectores auditivos a quienes lo soliciten.

 

  •  Si el ruido supera los 85dB (A) de nivel diario equivalente, se debe realizar, además de las medidas del apartado anterior, un control periódico de la función auditiva, cada tres años, y suministrar protectores a los trabajadores.

 

  • Si el ruido supera los 90dB (A) de nivel diario equivalente y 140dB pico, además de las medidas de los dos puntos anteriores, se deben buscar las causas por las que se superan estos límites, implantar medidas técnicas para disminuir la propagación del ruido, realizar controles anuales de la función auditiva y restringir el acceso a los puestos de trabajo afectados; todos los trabajadores deben usar protectores auditivos.

 

  • Reducir el origen: se debe evaluar y conocer dónde se produce e intentar disminuirlo adoptando medidas preventivas como cambiar el tipo de tarea, reducir las superficies vibrantes, evitar escapes de aire comprimido, encerrar las máquinas o instalaciones generadoras de ruido, etc.

 

  • Instalar los puestos de control en una cabina insonorizada para reducir el ruido que proviene del resto del recinto. De esta forma, el trabajador de este puesto únicamente se verá expuesto al ruido en las rondas de inspección que haga al recinto, durante las cuales deberá usar los equipos de protección individual.

 

  •  Cuando los niveles de ruido no puedan disminuirse por debajo de los límites admisibles, debe reducirse el tiempo de exposición mediante rotación de puestos, reorganización del trabajo, pausas, etc.

 

  • No usar walkman / discman (o similar) mientras se usan equipos de protección individual contra el ruido.

 

  •  No tener en funcionamiento aparatos de radio, sistema con hilo musical, etc. en puestos de trabajo ruidosos.

 

  • La última medida que se debe considerar, y siempre con carácter complementario y temporal, es utilizar los equipos de protección personal: orejeras o tapones.


Fuentes

- Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales, www.funprl.es

- Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, www.insht.es

- Real Decreto 286/2006, de 10 de marzo, sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición al ruido.

- NTP 503: Confort acústico: el ruido en oficinas.


Beatriz Remón
Dpto. de Prevención de Riesgos Laborales de CEN

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