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Por Olivia de la Torre
Número 33
1
Para hablar de lo que es la Programación
Neurolingüística, que iniciaron John Grinder y Richard
Bandler en la década de los años setenta del siglo
Veinte, no debemos ligarla con la definición tradicional
que de ella da la Medicina.
Según la enciclopedia Larousse,
que se refiere a esa definición médica, "Neurolingüística"
es el estudio de las correlaciones entre los tipos anatómicos
y clínicos de los trastornos del lenguaje y su expresión
lingüística. En todo caso, dice esta enciclopedia, para
la Neurolingüística el problema esencial consiste en
definir las diversas formas de la afasia.
Por otra parte, en la enciclopedia
de psicología de Alberto Merani, se nos dice que la "afasia"
es una serie de trastornos complejos que alteran el lenguaje en
tanto vínculos de expresión y elaboración de
ideas.
Al margen de este postulado, que
cubre el aspecto clínico, el término "Programación
Neurolingüística", como surgió en los setentas
del siglo anterior, es hoy ya una jerga extendida y convencionalmente
aceptada universalmente. Su difusión se ha hecho sobre todo
por la palabra escrita, y un porcentaje alto que se utiliza en ella
es la palabra para la comunicación de las herramientas y
ejercicios de los que esta nueva técnica hace acopio para
la inmersión, no sólo en el inconsciente, sino también
en la conciencia. Esto último parecería un contrasentido,
pero la práctica nos demuestra lo contrario.
"Neurolingüística"
viene en primer término de "neuro", que a su vez
se deriva del griego neurón, que significa "nervio".
Pero creo que aquí más específicamente debería
citarse la "neurona", que ya ella misma se nos ofrece
como una imagen de la comunicación, pues es la célula
nerviosa que además de comprender la masa protoplásmica
que rodea al núcleo, como todas las demás células
del cuerpo, forma numerosas arborizaciones plasmáticas llamadas
dendritas. Éstas, por su parte, muestran un "axón",
palabra latina que nombra la prolongación filiforme de la
neurona, por la cual ésta transmite impulsos nerviosos a
otras células nerviosas, glandulares, musculares, etcétera.
De este modo estaremos sugiriendo que la célula nerviosa
está ligada al lenguaje, en tanto que el lenguaje es un mosaico
de vocablos y construcciones verbales que permite asimismo la comunicación
entre nosotros y las personas que nos rodean, para referirnos a
nosotros mismos o al entorno en el que actuamos.
La otra raíz de nuestro asunto
es "lingüística", que en una primera instancia
se refiere a lo perteneciente o relativo al lenguaje.
Por tanto, podremos definir la "Neurolingüística"
como una técnica que ejercita en forma positiva los impulsos
nerviosos que nacen en el cerebro, en su recorrido hasta nuestras
células musculares, glandulares o nerviosas de todo el cuerpo,
utilizando un lenguaje verbal positivo, motivador, transmisor, sugerente
y creativo, para lograr así una experiencia vital consciente
que llegue a aquellas áreas inconscientes que pudieran estar
limitándonos y poder "reenfocarlas".
La "Neurolingüística"
surgió, pues, en los años setenta del siglo Veinte,
al ser optimizadas las técnicas psicológicas que habían
surgido desde cien años antes. Es una escuela psicológica
ecléctica que hace una excelente selección de las
herramientas terapéuticas probadas, y que aporta un elemento
inusual a la terapia: el paciente o "capacitado" no tiene
que verbalizar ningún contenido para avanzar en su terapia.
Esto es, que no necesita contarle su historia a ningún terapeuta.
Su trabajo es interno en la búsqueda de su visión-misión,
y éste trabajo puede desarrollarlo ante un solo "capacitador",
o -lo más común- ante un grupo en el que participan
tanto éste como otros capacitados. ¿Cómo?
Aprendiendo todas aquellas técnicas
que establezcan la relación consigo mismo, con los otros
y con la realidad, a través, entre otros muchos, de los siguientes
pasos:
· Modelo de agilidad verbal
(descripción, formato, ejemplos).
· Solución sistémica de problemas.
· Patrones de pensamientos y emociones consecuentes.
· Sintaxis de la motivación.
· Metamodelo.
· Anclas.
· Mentores, etcétera.
2
Desde las primeras narraciones de
tradición oral, los versos y seguramente los cantos que transmitían
las emociones de aquellos momentos en que el hombre balbuceaba sus
primeras palabras, hasta la literatura más cercana al momento
en que vivimos, se han distinguido varias líneas de comunicación:
la de los mitos, la ideologizante, la que recrea la belleza en la
palabra y en la imagen y la que transmite una experiencia que el
receptor vuelve vicaria1, o sea
que aun no habiéndola vivido personalmente se conmueve por
su causa y la toma como ejemplo para repetirla en el futuro o para
abstenerse de hacerlo.
Decía Ortega y Gasset que
el tigre que está naciendo este día está condenado
a repetir las conductas del primer tigre, el que nació hace
quizás millones de años, y que en cambio el hombre
aprende por medio de la experiencia de los demás, pues ésta
puede ser transmitida mediante una educación natural o, en
las grandes urbes, por otra más sofisticada.
Todo esto para argumentar que la
historia de la literatura nos demuestra que si bien en cada una
de las modalidades del arte el hombre ha venido buscando la empatía
y la retroalimentación, ha sido la literatura la que ha podido
transmitir a la vez conceptos y emociones, entrar directamente tanto
al intelecto como al sentimiento, y que por lo mismo ha desempeñado
un papel importante en la transmisión de experiencias vicarias.
Cada símbolo, cada mito,
cada narración realista, cada exageración de la realidad,
cada personaje -por extraño y desconectado del mundo real
que esté-, nos ha transmitido una emoción y una vivencia,
la necesidad de comunicarnos algo de forma directa o propiciando
nuestra imaginación y poniendo a prueba, precisamente, nuestra
capacidad de empatía.
Y todo esto porque, entrando en
tema, quiero ligar el desarrollo psicológico del hombre con
la literatura y de qué manera disciplinas como la Psicología
y la Psiquiatría están hermanadas en desarrollo desde
sus más remotos orígenes, y cómo muchas veces
los mismos escritores y los filósofos son quienes las han
iniciado, creando obras maestras. Asimismo, quiero mostrar cómo
el narrador ha procesado siempre percibiendo, intuyendo, visualizando,
escuchando, sintiendo kinestésicamente y transmitiendo por
los cinco sentidos, incluyendo la evocación de un sentimiento
o un aroma de campo, de bosque o de una persona, que le permiten
crear la imagen o hipnosis necesarias para que el escucha o lector
continúe en el estado propicio para llegar a la emoción,
y así recibir el mensaje deseado.
En este sentido, John Grinder ha
dicho que "las tradiciones orales de los pueblos en donde no
se ha inventado la escritura, constituyen para ellos una seguridad
y un reto" (2, 17.).
Si el escritor se ha acercado a
la psicología desde los tiempos en que empezó a dejar
constancia de su pensamiento, es porque ha intuido naturalmente
la herramienta a la que ahora llamamos "Neurolingüística".
Ello, por ser la metáfora su principal fuente de trabajo
y porque su intención fundamental es la de entrar en el cuerpo
y en el alma de sus personajes, descubriendo su historia antes y
después de lo que narra. De este modo, el escritor logra
una autohipnosis parecida a ver una película sin proyector
ni pantalla.
El ritmo, el tono y el argumento
le van definiendo al autor el personaje que ha abordado, por alguna
necesidad profunda de comunicar algo en especial, y se dirige a
su objetivo.
Desde luego, la Literatura llega
a ello sumergiéndose en la complejidad de cada personaje,
al desarrollar un conocimiento profundo de la psique y de los personajes
que ha creado dándoles vida, libertad y fuerza como a un
hijo sano.
Los aportes que la Psicología,
el Análisis, la Psiquiatría y más recientemente
la Neurolingüística han recibido de la Literatura se
valorarán debidamente si se menciona la cantidad de términos
psicológicos que se derivan de ella. He aquí sólo
algunos:
3
Afrodisíaco: (Gr.
aphrodisia = placeres sexuales.) Capaz de excitar la actividad sexual;
por lo general se trata de una droga (3, 5).
Bovarismo: (De Ema Bovary.) Término creado por Jules
de Gaultier (Le bovarysme, 1902), para designar "el
poder que tiene el hombre para concebirse otro del que es"
y, por consiguiente, de crearse una personalidad ficticia, de desempeñar
un papel al que se atiene a pesar de su verdadera naturaleza y de
los hechos. Este término fue sacado del nombre de Ema Bovary,
la personaje de la novela Madame Bovary, de Flaubert. Gaultier
amplió posteriormente el significado de "bovarismo",
aplicándolo a todas las ilusiones que los individuos o los
pueblos se forjan sobre ellos mismos (3, 18).
Dionisíaco: (De Dionisos = Dionisio.) Adjetivo empleado
por Nietzsche para indicar la inspiración que se obtiene
de la acción, los entusiasmos que nada detienen. Se opone
a apolíneo (3, 42).
Edipo (Complejo de): En la teoría psicoanalítica
el complejo, ampliamente inconsciente, desarrollado en un hijo por
adherencia (sexual por su carácter, según los psicoanalistas)
para con la madre y celos por el padre, de lo cual resulta un sentimiento
de culpa y un conflicto emocional por parte del hijo. De una forma
u otra sería normal en cualquier círculo familiar
(3, 47).
Electra (Complejo de): Adhesión, según
el psicoanálisis, de la hija al padre, con antagonismo para
con la madre, siendo aproximadamente la contrapartida del complejo
de Edipo (3, 48).
Eros: (Gr. amor.) En su sentido primitivo, principalmente
deseo amoroso; también, en sentido más amplio, deseo
vivo de algo, pasión. Para el psicoanálisis, la palabra
tiene un sentido muy amplio y muy variable, que va desde la acepción
propiamente sexual a la del deseo en general (3, 53).
Jehová (Complejo de): Identificación megalomaníaca
con Dios (3, 88).
Narcisismo: (Del personaje mitológico Narciso.) Síndrome
psiquiátrico caracterizado por fatuidad, insatisfacción,
falta de buen sentido y de autocrítica que llevan a una admiración
de sí mismo intensa e injustificada (3, 104).
Sócrates de Atenas: (469-399 a. C.) Junto con Platón
y Aristóteles, el más renombrado de los filósofos
griegos. Partía del presupuesto de la propia insuficiencia
("Una sola cosa sé: que nada sé") y de la
convicción de los conocimientos humanos mutables y falaces
existen verdades eternas e inmutables. No escribió nada y
se dedicó a la educación de sus conciudadanos, refutando
las opiniones erradas e invitándolos a escudriñar
en su intimidad (Gnothi seauton). De Sócrates se puede
decir que fue el primer gran psicólogo de los tiempos históricos
y también el primero que empleó esencialmente la introspección.
Otros grandes méritos de Sócrates son haber comprendido
el interés del concepto (lo que hay de común
en muchas cosas aparentemente diversas), haber enseñado a
alcanzar conocimientos con la inducción, y haber establecido
la importancia de las definiciones (3, 215).
4
Veamos ahora algunos ejemplos en
los que la literatura había ya expresado máximas propias
de la Neurolingüística:
a) Construir objetivos: Si usted
no sabe a dónde va, le será difícil llegar
hasta allí.
En Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll
hace que la niña le pregunte al gato: "¿Podría
decirme qué camino seguir desde aquí?". "Eso
depende en buena medida del lugar a donde quiera ir", le responde
el gato. "No me importa mucho a dónde", dice la
niña, y el gato concluye con esta inusual sabiduría:
"Entonces, no importa mucho por dónde vaya".
b) Las oportunidades existen cuando
somos capaces de reconocerlas como tales.
En la tercera de Las mil y una noches, Sherezada, siguiendo
la estructura de tensión progresiva que caracteriza a toda
la famosa serie de cuentos, le dice al rey que habrá de matarla
si ella no logra entretenerlo suficientemente: "He llegado
a saber, ¡oh rey afortunado!, que cuando el tercer jeque contó
al efrit el más asombroso de los tres cuentos, el efrit se
maravilló mucho, y emocionado y placentero, dijo: 'Concedo
el resto de la sangre por que había de redimirse el crimen,
y dejo en libertad al mercader.' Entonces el mercader, contentísimo,
salió al encuentro de los jeques y les dio miles de gracias.
Ellos, a su vez, le felicitaron por el indulto. Y cada cual regresó
a su país. Pero -añadió Sherezada- es más
asombrosa la historia del pescador. Y el rey dijo a Sherezada: '¿Qué
historia del pescador es ésa?' Y Sherezada dijo
"
(4, 2, 26).
c) Decía Samuel T. Colleridge
que nunca se llamará suficientemente la atención sobre
el peligro que representa el pensar sin imágenes. Este enunciado
se corresponde con la necesidad de "evocar" propia del
método neurolingüístico, y halla ejemplo en la
siguiente reflexión del pintor que narra El túnel,
de Ernesto Sábato: "¡Cuánto la comprendía
y qué maravillosos sentimientos crecieron en mí con
esta carta! Hasta el hecho de tutearme de pronto me dio una certeza
de que María era mía. Y solamente mía: 'estás
entre el mar y yo'; allí no existía otro, estábamos
solos nosotros dos, como lo intuí desde el momento en que
ella miró la escena de la ventana. En verdad ¿cómo
podía no tutearme si nos conocíamos desde siempre,
desde mil años atrás? Si cuando ella se detuvo ante
mi cuadro y miró aquella pequeña escena sin oír
ni ver la multitud que nos rodeaba, ya era como si nos hubiésemos
tuteado y en seguida supe cómo era y quién era, como
yo la necesitaba y cómo, también, yo le era necesario."
(5, 65).
Enlisto ahora otras máximas de la Neurolingüística,
que son base de muchos de sus ejercicios y a los cuales no será
difícil relacionar ejemplos literarios que a su vez los han
antecedido, como una invitación asimismo de ejercicio para
el lector:
- Hay que darse cuenta de lo que
se quiere cambiar, específicamente en qué aspecto
de la vida y en cuál contexto.
- Decídalo, haciendo una
lista de cuatro a seis puntos.
- Decídalo enfocando a esa
búsqueda su atención, su percepción, su sensación,
su intuición, su sentimiento, su conciencia y su experiencia.
- Trate de ver los obstáculos
de modo diferente, entrando al juego de la vida con todo su entusiasmo.
Esto redundará en una mejor motivación a la búsqueda.
- Debemos tener conciencia de que
el cambio es generado por nuestras propias capacidades. Aprendamos
a reconocerlas.
- Los símbolos sugestivos
o alusivos nos ayudarán en nuestra búsqueda. Aprendamos
a usarlos.
- Cuanto más vívidos
sean sus símbolos y sus metáforas, más posibilidades
habrá de que el inconsciente actúe para acercarse
a su objetivo.
- Para bien o para mal, casi todo
nuestro pensamiento es sugestión, es decir, diálogo
interno. Desarrolle un diálogo interno, y escúchese
atentamente: ¿Con qué tono se habla a sí
mismo? Si es irónico, márquese un alto. ¿A
qué volumen? Si se está autoboicoteando, baje ese
volumen. ¿Con qué palabras? Si son improperios,
descártelas lo más posible. ¿Qué imágenes
se le presentan? Si son deprimentes y sin luz, ilumínelas
y agrégueles color.
Finalmente, ofrezco la siguiente
estrategia para que la búsqueda de nuestros objetivos sea
lo más eficaz posible:
- Evocación. Su acrecentamiento
nos permite arribar más fácilmente a nuestro objetivo.
- Diálogo interno. No se
puede engañar al inconsciente. Pero si se aceptan las sugestiones
positivas y se está receptivamente abierto para conseguir
el objetivo deseado, y con sinceridad se compromete como en un
juego de símbolos positivos, el inconsciente aceptará
los cambios o sugestiones también positivas.
- Motivación para utilizar
metáforas. Si no se está verdaderamente motivado,
el inconsciente no se va a conmover por sugestiones no sinceras,
que además han sido seleccionadas por la propia persona
para lograr los objetivos. Por ello se requiere que se sea del
todo honesto en el planteamiento de los mismos.
- Adjudicación de un símbolo.
Con los códigos personales, dar un color a una emoción,
sea ésta positiva o negativa, la cual puede identificarse
con la figura de un animal, o con un paisaje, una estrella, etcétera.
- Corrección o "reencuadre".
Se ensayará a empequeñecer o a agrandar una emoción,
así como a alejarla o a acercarla a nosotros, según
nos convenga para lograr nuestro objetivo.
El beneficio es el alcance de ese objetivo, tener más conciencia
al explorar los motivos que nos llevan a trabajar por alcanzarlo,
y esto fortalece y aumenta la motivación y ayuda a vencer
la resistencia al cambio.
Notas:
1
Vicario. Adj. y n. (l. vicarium). Dícese
de la persona que hace las veces de otra, sustituyéndola
en sus funciones o ayudándola con el mismo poder y facultades.
(1, 75.)
Referencias:
ANÓNIMO, El libro de las
mil noches y una noche, Texto completo no expurgado, conforme
a la traducción directa y literal del árabe, por el
doctor J. C. Mardruz, con ilustraciones de Salvador Bartolozzi,
3 tomos, Compañía General de Ediciones, S. A., México,
1966.
CARROLL, LEWIS, Alicia en el país de las maravillas,
Alianza Editorial, Madrid, 1970.
Gran Enciclopedia Larousse,
en veinte volúmenes, Editorial Planeta, S. A., Barcelona,
1973.
MERANI, A. L., "Diccionario
de Psicología", Enciclopedia de Psicología, Editorial
Grijalbo, S. A., 7 volúmenes, México, 1983.
O'CONNORS, JOSEPH, y JOHN
SEYMOUR, Introducción a la PNL, Editorial Urano, Barcelona,
1993.
SÁBATO, ERNERSTO, El
túnel, Los libros del mirasol, Buenos Aires, 1948
Olivia de la Torre
Escuela de Escritores "Ricardo
Garibay", Sogem |