Opinión
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Ciudad Perdida

Repudio al gringo Trump

¿Aval presidencial?

La postura de Mancera

E

n cualquier parte de la ciudad, en cafés, tiendas, restaurantes, en todas partes el repudio a la visita de Donald Trump se hizo evidente. Sólo se diferenciaba por el grado de mal humor que despertó la invitación con la que el republicano arribó a la Ciudad de México.

Alguien tenía que decirlo, y el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, con los pantalones bien puestos, dicen en mi tierra, declaró a Trump no bienvenido, algo así como el non grato que se usa en el lenguaje diplomático, y claro, sin el significado legal que él, Mancera, no le puede dar, pero de cualquier manera con ese dejo de valor político que parecía ya en desuso.

Pero el repudio no quedó sólo ahí. En la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, la Diputación Permanente cuestionó severamente la decisión de Peña Nieto y aprobó un punto de acuerdo para dejar en claro su rechazo a la visita del candidato republicano. No hallamos a nadie que opinara en favor, aunque siempre hay tibios y desfachatados que hace rato dejaron en el ropero aquello de la soberanía y el orgullo patrio. Ni modo.

Tampoco encontramos quien pudiera explicar por qué se lanzó tan desafortunada invitación, aunque sí por qué Trump apresuró su arribo a la ciudad. Sólo Trump, en campaña, puede obtener alguna ganancia de esta visita. Porque está en caída, porque las preferencias electorales en su país no le favorecen, Enrique Peña le otorga un tanque de oxígeno, y con él humilla a los mexicanos, porque por más que diga lo más obvio, eso de la defensa de los connacionales, nadie escuchó o vio que Peña enfrentara al republicano, y por tanto parece avalar la forma de pensar de Trump.

Pero lo peor es que todo parece indicar que la intención es convertir a México en otra arena política de las campañas en Estados Unidos, como si fuéramos otro estado de la unión americana y desde aquí se pudieran trazar algunos de los caminos que lleven a los candidatos estadunidenses a la presidencia de su país. Por eso la invitación a los dos candidatos: a la señora Clinton y al salvaje Trump.

La otra explicación es que México hoy, hundido en la guerra contra el narco que declaró el panista Calderón, ahogado en una situación financiera cada vez más crítica, en fin, sin hallar salida a problemas crecientes, como el de la corrupción, requiere de la ayuda de quien pudiera llegar a gobernar al país más poderoso del mundo, porque está en estado de emergencia, aunque Trump –parece que en Los Pinos lo ignoran– no podría cambiar, a lo mejor, nada de lo que ahora sucede.

Lo malo de esto es que al otro lado del combate político estadunidense, del lado de la candidata demócrata, la lectura del hecho es, dentro del grupo que lleva su campaña, que Peña y el PRI ya hicieron su apuesta, y que ella, la señora Clinton, no vendrá a México, y si eso es cierto, cuidado, otra vez se equivocó Peña, y otra vez será el país el que pague el desatino. ¡Carajo!

De pasadita

Circuló en las redes sociales un preborrador de lo que pudiera ser la constitución política de la Ciudad de México, al parecer tan alejado de la realidad como eso de que es un pre. Pero eso no es lo preocupante, lo grave es quién lo deslizó, y ese no pudo ser otro que alguien que en los últimos momentos recibió la noticia de que ya no estaba en el grupo que designará Miguel Ángel Mancera y quiso jugar la carta de la venganza. Eso es lo que no se vale.