Un error histórico cometido durante siglos: la conquista musulmana de Hispania no empezó en la batalla del río Guadalete

Localizador de la ubicación real de la conocida como batalla de Guadalete
Localizador de la ubicación real de la conocida como batalla de Guadalete
Henar de Pedro
Localizador de la ubicación real de la conocida como batalla de Guadalete

En julio del año 711 las tropas musulmanas al mando de Tariq derrotaron al ejército visigodo comandado por Rodrigo en la batalla de Guadalete e iniciaron la conquista de Hispania que duró más de siete siglos. Hasta aquí todo correcto, pero hay un pequeño matiz: la batalla de Guadalete no tuvo lugar junto al río Guadalete, como se ha creído durante siglos. 

Así lo aseguran diversos historiadores contemporáneos, entre ellos el investigador y doctor en historia medieval José Soto Chica, quien sitúa la histórica contienda cerca de Tarifa, 70 kilómetros al sur del enclave tradicional en el que, por cierto, jamás se ha encontrado vestigio alguno de la batalla.

"Nosotros tenemos indicios suficientes y sólidos para concretar el lugar exacto de la batalla. Solo nos falta el permiso del Ayuntamiento de Tarifa para hacer prospecciones arqueológicas y encontrar evidencias materiales que nos permitan pasar de la hipótesis a la certeza", afirma Soto Chica, quien lamenta la "falta de colaboración" del consistorio tarifeño, pues su equipo lleva esperando esa licencia casi dos años.

Queremos encontrar evidencias materiales para pasar de la hipótesis a la certeza"

"Mediante fotografías aéreas e imágenes obtenidas con el sistema Lidar (Light Detection And Ranging) hemos detectado estructuras bajo tierra muy peculiares que podrían corresponderse con fosos de los campamentos árabes o visigodos, pero hasta que no excavemos no lo sabremos", asegura.

"Si tuviéramos suerte podríamos encontrar restos de los campamentos fortificados de ambos ejércitos o de equipamiento militar. Pero solo con encontrar una punta de flecha que pudiéramos datar a principios del siglo VIII ya tendríamos una evidencia material. Tenemos un geólogo en el equipo y creemos que por el tipo de terreno, que no es demasiado ácido, podría haber evidencias bien conservadas", subraya el historiador.

¿Por qué se produce el error histórico?

Soto Chica asegura que la confusión a la hora de localizar la batalla de Guadalete se produce "porque hasta ahora siempre se había enfocado la búsqueda del emplazamiento a través de argumentos filológicos, mediante la traducción de topónimos e hidrónimos de las fuentes árabes".

"El problema es que esas fuentes son muy tardías, la más cercana en el tiempo es 150 años posterior a la batalla, y su fiabilidad es discutible. En cambio, tenemos el testimonio de un contemporáneo, alguien que estaba vivo cuando tuvo lugar la batalla y además bien formado, un cronista anónimo mozárabe que escribe su crónica en el año 754 y nos dice que la batalla tuvo lugar en los Transductinis Promonturiis, que son los montes Transductinos que rodean la bahía de Algeciras", afirma.

Batalla de Guadalete, de Marcelino Unceta y López (1858).
Batalla de Guadalete, de Marcelino Unceta y López (1858).
MUSEO NACIONAL DEL PRADO
El problema es que esas fuentes son muy tardías y su fiabilidad es discutible"

"En lugar de empezar por ahí y localizar esos montes de Transducta, como se conocía a Algeciras en la época, nuestros historiadores se han dedicado durante años a filosofar sobre qué hidrónimo enlazaría filológicamente con lo que dicen unas fuentes escritas 150, 200 o 400 años después de la batalla. Este es el pecado de partida", dice.

Y relata cómo se ha ido deformando el nombre partiendo de las fuentes árabes: "Un primer topónimo árabe referente a la batalla es Wadi Lakko, río del lago, y más tardíamente Wadi Lakka. En el siglo XIII, en 1241, el obispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada escribe su De rebus Hispaniae y transcribe el nombre de dicho río como Vedelac. Unos años más tarde, en 1274, el autor de la primera crónica general de España de Alfonso X, cambió el nombre de Vedelac por Guadalet y ahí empieza el lío. Solo faltó que en 1944, el historiador Claudio Sánchez-Albornoz sentara cátedra al determinar que el Wadi Lakka de algunas fuentes árabes era el río Guadalete porque relacionaba ese hidrónimo con la antigua ciudad romana de Lacca (el río de Lacca), cerca de Arcos de la Frontera. Sánchez-Albornoz no tuvo en cuenta la crónica mozárabe del 754".

Reconstrucción del paisaje de la época

Pero el equipo de investigadores de Soto Chica, que lleva más de tres años trabajando en este proyecto, no solo apoya su teoría en la crónica mozárabe, sino que ha reconstruido minuciosamente el paisaje de la época a través de los elementos geográficos citados por las fuentes: "Hemos identificado de forma exactísima todo el arco de montañas que rodean la bahía de Algeciras y a raíz de un análisis de las calzadas romanas y vías de comunicación de la época podemos determinar el lugar exacto del campo de batalla", dice.

"El combate tuvo lugar cerca de la laguna de la Janda y de la confluencia del río Almodóvar y el arroyo Vico. Era una zona pantanosa y de marismas en la que el ejército de Rodrigo quedó atrapado y fue aniquilado por las tropas musulmanas. La laguna se desecó en los años 50 del pasado siglo y hoy día son campos de cultivo, pero todavía sigue siendo una zona embarrada", explica el investigador.

Era una zona pantanosa y de marismas en la que el ejército de Rodrigo quedó atrapado y fue aniquilado por las tropas musulmanas"

"Tariq estableció su centro de mando en lo que hoy se conoce como cerro de la Alcachofa, desde donde controlaba toda la comarca de la Janda y las vías de acceso a Algeciras, donde los musulmanes tenían su base logística en la península. Rodrigo, que venía de Medina Sidonia y tenía que pasar obligatoriamente por ese punto para llegar a Algeciras, se estableció a unos dos kilómetros de Tariq, de espaldas a la laguna de la Janda", sostiene.

El estudio de ambos ejércitos y su forma de combatir también apuntala su teoría: "Tariq buscó un terreno idóneo para su ejército de infantería, protegido a su espalda por montañas que la caballería de Rodrigo no podía franquear. No tiene ningún sentido que se estableciera en el río Guadalete, a 100 kilómetros de su base logística, que para un ejército de la época son como mínimo tres días de marcha, y en medio de una llanura desprotegida en la que habría dado ventaja a la caballería goda".

La historia de una traición que marcó el futuro de España

Soto Chica describe a la perfección cómo eran ambos ejércitos hace 1.300 años: "A comienzos del siglo VIII el ejército Omeya había alcanzado un alto grado de profesionalidad y venía de conquistar todo el norte de África. Contaba con dos tipos de tropas básicamente, por un lado los lanceros árabes, muy profesionales y veteranos, que constituían el nervio del ejército. Eran tropas de infantería bien armadas con largas lanzas, cotas de malla y yelmos que luchaban hombro con hombro en formaciones cerradas. Se parecían más a un soldado bizantino o persa que a la típica imagen del guerrero musulmán con turbante y cimitarra. Por otro lado estaban los guerreros bereberes, los moros, que peleaban como infantería ligera, muy móvil y belicosa, pero no tan disciplinada".

Enfrente, las tropas visigodas de Rodrigo: "El nervio del ejército era la caballería, al contrario que los árabes. Los visigodos contaban con caballería pesada, que era la mejor de Europa en ese momento: caballeros armados pesadamente con cota de malla, yelmos y con sus caballos también acorazados. Pero la inmensa mayoría del ejército era infantería ligera, mal armada y poco adiestrada, campesinos que cogían su garrote, su onda o su cuchillo y eran obligados a combatir por el rey".

El rey visigodo fue traicionado en el momento decisivo y se quedó con solo 8.000 hombres ante al caudillo musulmán"

Pero la batalla de Guadalete es la historia de una traición. Aunque los 24.000 hombres de Rodrigo doblaban en número al ejército invasor de Tariq, formado por unos 12.000 o 13.000 hombres, el rey visigodo fue traicionado en el momento decisivo y se quedó con solo 8.000 efectivos para plantar cara al caudillo musulmán.

"Dos tercios del ejército godo traicionan a Rodrigo y abandonan la batalla porque habían pactado con los árabes. Los nobles que comandaban los dos flancos de su ejército, Siseberto y Oppas, que eran hermanos del anterior rey Witiza, se pasaron al bando musulmán a cambio de que ellos les entregaran 3.000 fincas adscritas a la corona", explica Soto Chica.

A partir de ahí, las tropas de Rodrigo fueron cercadas por el ejército musulmán: "Los lanceros árabes los envuelven y los van empujando hacia la zona pantanosa de la laguna de la Janda. Allí es donde el caballo de Rodrigo queda atrapado en el barro y el ejército cristiano es aniquilado".

Soto Chica asegura que la mal llamada batalla de Guadalete, que debería de llamarse batalla de la Janda, es "probablemente la más importante de la historia de España" y por ello subraya la importancia de encontrar restos materiales que enmienden el error histórico de su localización.  

Para hallarlos, dirige un equipo formado por los arqueólogos Eduardo Kavanagh, Mónica Camacho y Ana María Berenjeno; el geólogo y paleoclimatólogo Francisco J. Jiménez Espejo; la traductora de árabe Kenza Mdehheb; y el bombero forestal José Turrillo, que ejerce de guía sobre el terreno.

Al frente, José Soto Chica, investigador del Centro de Estudios Bizantinos, neogriegos y chipriotas de la Universidad de Granada y autor de numerosos libros sobre la época medieval, como Los visigodos. Hijos de un dios furioso (Desperta Ferro Ediciones).

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