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La ganadería del sur de Sonora ha encendido los focos rojos. El despoblamiento de los hatos alcanza niveles preocupantes, los pequeños ganaderos están vendiemndo sus vacas a lo que salga, alerta Julio Aldama.
Esta actividad que forma parte de la identidad regional, dice Aldama, podría reducirse a su mínima expresión si continúa la severa sequía y la falta de apoyos sólidos por parte del gobierno:
"Los apoyos oficiales no alcanzan, se reconoce el esfuerzo del gobernador Durazo pero son insuficientes si no hay recursos federales".
Además el bagazo de Constellation Brands que se destina a los ganaderos del sur de Sonora "no sirve para nada", está muy lejos de cubrir las necesidades regionales pues se distribuye en todo el estado, añade el dirigente de la Asociación Local Ganadera del Valle del Yaqui que agrupa principalmente a pequeños y medianos productores.
El 2020 y el 2021 fueron dos años de sequía, el 2022 tuvo buenas lluvias pero en el 2023 la sequía se recrudeció, ha sido severa hasta hoy, comenta.
O nos unimos o nos hundimos
Aldama hace un llamado a los productores del sector agropecuario para unirse en las demandas:
"Le estamos haciendo mucho daño a Cajeme por no unirnos, si seguimos así nos va a llevar la chingada a todos".
Hace una invitación a los directivos del Distrito de Riego y sociedades de agricultores, "que se unan con nosotros, pero cada quien pelea por su lado. Si estuviéramos unidos las cosas cambiarían".
Mientras sigue cada quien por su lado no se avanza mucho.
Aldama pide la intervención del Gobierno del Estado y de la Asociación Ganadera de Sonora para que los alimentos que ésta produce en su planta procesadora les lleguen a los ganaderos de esta región.
"No queremos que nos los regalen, sólo que nos vendan al costo, eso sería un adelanto".
Pero ni la naturaleza ni el gobierno parecen escuchar los llamados de auxilio por parte de los ganaderos del sur del Estado, un sector en riesgo de desaparecer, advierte Julio Aldama.
Ya muchos están liquidando sus hatos porque es caro mantener a una vaca en las condiciones actuales y no hay retorno de la inversión.
Los pequeños ganaderos venden sus vacas, abandonan el rancho y se van a la ciudad par emplearse en lo que haya, dejando atrás una tradición amenazada con desaparecer.
