En diciembre de 2018, seis años y medio después de que se comprobase la Primitiva premiada con 4,7 millones de euros y el lotero de San Agustín asegurase haber encontrado el boleto en su establecimiento, la comisaría del Distrito Norte, que dirige el inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía, Germán Lago, inició la investigación para conocer la identidad del legítimo propietario de la apuesta ganadora. “Recibimos 333 reclamaciones de personas que aseguraban que la Primitiva millonaria era suya, fue un trabajo de hormiguitas para dar con el que, creemos, es el propietario”, explica Lago.

Fueron dos agentes del 091 los que durante “tres años” comprobaron un sinfín de documentos hasta localizar al dueño del boleto, que falleció en 2014. “Sin desatender otros asuntos”, avisa el inspector jefe, que reconoce la magnífica labor de estos dos profesionales. Se empezó por “lo básico”, como pedir información de los “sistemas de sellado y comprobación”, es decir, los registros de las máquinas de las administraciones de Loterías. Después, el análisis fue más exhaustivo. “Comprobamos el posicionamiento de los teléfonos y de las tarjetas de crédito, los viajes del Imserso, establecimientos hoteleros, registros bancarios, partes policiales, agencias de viajes...”, cita. Todo para ir “descartando” candidatos. “De los más de 300, nos quedamos con tres personas, pero solo una cumplía con todos los requisitos”, añade.

El boleto premiado, una apuesta automática, se selló en el Carrefour de Alfonso Molina junto a otras tres apuestas, manuales, en las que figuran números que usaba habitualmente el jugador. Cuatro billetes que se comprobaron en San Agustín el 2 de julio de 2012, donde también se repitieron, segundos después, las apuestas manuales. “Esas combinaciones se solían sellar en A Coruña y cuando dejaban de hacerse aquí, se sellaban en otra población de España, que coincide con un viaje del Imserso del señor —legítimo propietario— con su mujer. Y coincide también el sitio donde la sellaba con compras que había hecho en establecimientos cercanos o operaciones en cajeros”, informa el jefe de la comisaría del Distrito Norte.

Esta investigación arrancó hace tres años, pero el boleto apareció en julio de 2012. El lotero, Manuel Reija, avisó del hallazgo a su hermano, delegado provincial de Loterías, quien, a su vez, informó a la Sociedad Española de Loterías y Apuestas del Estado (Selae). Esta se lo comunicó al Servicio de Control de Juegos de Azar e instó a la Policía Judicial a tomar huellas, aunque no resultaron relevantes. “La Selae se lo comunicó al Ayuntamiento en septiembre de 2013. Un año después de que apareciese”, reflexiona Lago.

La magistrada del Juzgado de Instrucción número 8 concluye en un reciente auto que, tras esta investigación, los hechos pueden ser constitutivos de un presunto delito de apropiación indebida. El lotero de San Agustín, Manuel Eugenio Reija, confesó haberse encontrado el boleto cuando estaba “solo”. Una declaración que mantiene a día de hoy. Pero el informe policial apunta hacia otra dirección. “Hay cuatro boletos que se sellan uno detrás de otro en Carrefour. Cada uno tiene su número de registro. Los cuatro se comprueban en San Agustín. Cuando vemos las grabaciones de la máquina que nos facilita la Selae, comprobamos que cuando pasa los cuatro boletos, el primero tiene un premio de tres euros, lo paga y lo pasa al cajetín de pagados. El siguiente pone Premio de primera categoría. Y después, comprueba los otros dos”, relata Germán Lago, y continúa: “Minutos después, el lotero comprueba esos tres boletos. Y vuelve a pasar por la máquina el boleto premiado”.

No solo eso, sino que después de pagar el premio inferior, de tres euros, el jugador realiza una apuesta con los números que solía utilizar, que figuran en los boletos comprobados. No en el premiado, pues era una apuesta automática. “No hay duda de que el lotero no se lo encontró”, sentencia. El inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía explica que, concluida la investigación, “será el juzgado el que decida”.

Más de nueve años después del sorteo, el premio roza ya los siete millones de euros

El 30 de junio de 2012, una Primitiva sellada en el Carrefour de Alfonso Molina resultó agraciada con un premio de 4,7 millones de euros. Un boleto que se comprobó el 2 de julio en la administración de San Agustín. La máquina registra que se pasó junto a otros tres boletos, que se volvió a pasar minutos después y una tercera vez, aunque el lotero, Manuel Reija, mantiene que estaba “solo” cuando se encontró ese billete. Han pasado más de nueve años desde entonces y el premio roza ya, por los intereses, los siete millones de euros. Dos agentes de la Policía Nacional han investigado durante tres años hasta dar con el legítimo propietario, que falleció en 2014 y que nunca reclamó el premio. De hecho, fue el 091 quien informó a la viuda, que desconocía que su marido es presuntamente el ganador del premio.

El jefe de la comisaría del Distrito Norte explica las dificultades con las que se encontraron cuando iniciaron la investigación en 2018. “Si avisan en tiempo, en todos los centros comerciales hay cámaras de seguridad. Las grabaciones están solo unos días, luego se borran. Aunque nosotros también hemos comprobado si ese día hubo un robo por si se guardó la grabación por otra denuncia, pero nada”, cuenta.

Según el informe policial, el lotero de Carrefour, que se había interesado por el propietario del boleto, apuntó en su intervención con la policía que el delegado de Loterías —hermano de Manuel Reija— podía haber hecho algo más por intentar conocer quién era el legítimo dueño de la Primitiva millonaria ya que, si bien la administración no tenía cámaras de seguridad, sí que las había en el centro comercial.

Germán Lago insiste en que “tanto los jugadores habituales como los loteros sabían que había tocado un premio de 4,7 millones de euros”.