Batalla de Covadonga

Batalla de Covadonga
Conquista musulmana de la península ibérica
Reconquista de la península ibérica
Parte de expansión musulmana

"Don Pelayo en Covadonga" por Luis de Madrazo, 1855
Fecha 718 o 722
Lugar Picos de Europa cerca de Covadonga (en la actualidad, España)
Coordenadas 43°16′24″N 4°58′50″O / 43.273372222222, -4.9806694444444
Resultado Victoria astur (mencionada en la Crónica de Alfonso III, del siglo X con cifras simbólicas vinculadas a pasajes del Antiguo Testamento)[1]
Consecuencias
  • Vacío de poder en el noroeste de la península ibérica aprovechado por élites locales o visigodas
Beligerantes
Don Pelayo y tropas astures Tropas de Munuza, gobernador de la región bajo el Imperio omeya
Comandantes
Don Pelayo Al Qama  
Munuza  
Fuerzas en combate
300 Desconocidas
Bajas
290 1104[2]

La batalla de Covadonga tuvo lugar en el año 718 o en el 722 en Covadonga (España), un paraje próximo a Cangas de Onís (Asturias), entre los astures, que poblaban las zonas montañosas de Asturias, y las tropas de al-Ándalus, que resultaron derrotadas.[3][4]

Desde hace décadas se niega la versión más épica de la batalla. Mientras que la mayoría de académicos no duda de la existencia del enfrentamiento, algunos historiadores han puesto en duda su existencia, incluso la del mismo Don Pelayo, pero lo cierto es que los cronistas musulmanes también dan cuenta de él. No es un caso excepcional con respecto a otros acontecimientos de la Alta Edad Media, donde la ausencia de fuentes fiables es un obstáculo para el conocimiento.[5]​ Sea como fuere, Covadonga ha tenido una gran trascendencia como "mito fundacional", además de haberse convertido la zona en un importante lugar de peregrinaje religioso.

Contextualizando[editar]

Tras la caída del reino visigodo, el bereber Otman ben Neza, conocido por los cristianos como Munuza, fue nombrado valí del tercio noroccidental de la península. Su autoridad fue desafiada por algunos dirigentes astures que, reunidos en Cangas de Onís en 718 encabezados por Pelayo, decidieron rebelarse negándose a pagar impuestos exigidos, el jaray y el yizia. Tras algunas acciones de castigo a cargo de tropas árabes locales, Munuza solicitó la intervención de refuerzos desde Córdoba. Aunque se restó importancia a lo que estaba sucediendo en el extremo ibérico, el valí Ambasa envió al mando de Al Qama un cuerpo expedicionario, acompañado por el obispo Oppas.[3]

Pelayo esperó a los musulmanes en un lugar estratégico, como el angosto valle de Cangas de los Picos de Europa cuyo fondo cierra el monte Auseva, donde un atacante ordenado no dispone de espacio para maniobrar y pierde la eficacia que el número y la organización podrían otorgarle. El enfrentamiento se produjo en la cueva de Covadonga, en el año 722 (718 para otros historiadores), y se saldó con la completa derrota de los sarracenos. Se desconocen las dimensiones exactas del ejército de Pelayo (aunque las crónicas hablan de 300 hombres[6]​) o el de Al Qama, aunque los recientes descubrimientos arqueológicos hacen pensar que las fuerzas cristianas de la región eran de varios miles[7]​ y que la rebelión de Pelayo y, consecuentemente, las tropas musulmanas de Al Qama, eran de una entidad tal que no cabría calificar al enfrentamiento de escaramuza. La cuestión es que las tropas sarracenas fueron diezmadas, obligando a Munuza a escapar de Gijón, donde se hallaba en ese momento. Al Qama halló la muerte en este lance, mientras que sus fuerzas sufrieron grandes pérdidas en su desordenada huida, al caer sobre ellos una ladera debido a un desprendimiento de tierras, probablemente provocado, cerca de Cosgaya en Cantabria.[8]

La Batalla de Covadonga supuso la primera victoria de un contingente rebelde contra las fuerzas musulmanas. Tuvo una amplia difusión en la historiografía posterior como detonante del establecimiento de una insurrección organizada que desembocaría en la fundación, en principio, del reino independiente de Asturias, y de otros reinos cristianos.[3][9][10]

Visión musulmana de la batalla[editar]

Según la recopilación del cronista Al Maqqari (Tremecén, 1578-El Cairo, 1632):

Dice Isa Ibn Ahmand al-Raqi que en tiempos de Anbasa Ibn Suhaim al-Qalbi, se levantó en tierras de Galicia un asno salvaje llamado Belay [Pelayo]. Desde entonces empezaron los cristianos en al-Ándalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder, lo que no habían esperado lograr. Los islámicos, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país hasta que llegara Ariyula, de la tierra de los francos, y habían conquistado Pamplona en Galicia y no había quedado sino la roca donde se refugia el rey llamado Pelayo con trescientos hombres. Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían que comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo «Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?». En el año 133[11]​ murió Pelayo y reinó su hijo Fábila. El reino de Belay duró diecinueve años, y el de su hijo, dos.
Crónica de Al-Maqqari

Visión cristiana de la batalla[editar]

La gruta de Covadonga, refugio de Don Pelayo.
Basílica del Santuario de Covadonga.

Según las crónicas de Alfonso III, Crónica de Albelda, datada en el año 881:

Alkama entró en Asturias con 187 000 hombres.[12]​ Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva y que el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de una cueva. El obispo Oppas subió a un montículo situado frente a la cueva y habló así a Pelayo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?». El interpelado se asomó a una ventana y respondió: «Aquí estoy». El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos». Pelayo respondió entonces: «¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?». El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito». [...] Tenemos por abogado cerca del Padre a Nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos [...]. Alqama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como a Dios no le hacen falta lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los caldeos emprendieron la fuga...
Crónica de Abelda[13]

Debate historiográfico[editar]

El episodio de Covadonga[editar]

Algunos autores han considerado esta acción bélica como el inicio de la Reconquista,[14]​ pero esta visión ha sido ampliamente cuestionada, ya que el «episodio de Covadonga»[15]​, según otros historiadores, sería una continuación de las rebeliones que los astures habían mantenido en los siglos anteriores contra la Monarquía visigoda. Para el historiador José Luis Corral, profesor de Historia medieval en la Universidad de Zaragoza, la Batalla de Covadonga nunca existió y atribuye su invención a la corte de cronistas del rey Alfonso III, quien tuvo muchos problemas para la continuidad de su reino en las fechas cercanas al año 900, unos 150 años después de la supuesta batalla, de la que no hay documentos musulmanes ni cristianos del siglo VIII. Luis Agustín García Moreno asegura su existencia y de esta manera la «escaramuza de Covadonga» «señalaría el triunfo local de la rebelión y el afianzamiento del caudillaje carismático de Pelayo, así como de la alianza entre los visigodos refugiados y la aristocracia indígena».[16]​ Un punto de vista similar es el que ha sostenido Julio Valdeón.[17]​ Más recientemente Eduardo Manzano Moreno ha cuestionado incluso que Pelayo fuera un noble visigodo.[18]

El medievalista Ignacio Ruiz de la Peña asegura que Covadonga existió y al igual que Pelayo jugaron un papel determinante en el nacimiento de un nuevo núcleo local que se extenderá y será el germen de los reinos de Castilla y de León, negando no obstante que en estos hechos se restaurase el reino godo.[19]

Las crónicas árabes nombran el acontecimiento aunque le restaron importancia —«un cronista musulmán tardío, al-Maqqari, afirma que las huestes de Alqama decidieron retirarse de las montañas astures porque al fin y al cabo allí sólo había "treinta asnos salvajes", por lo que se preguntaron "¿qué daño pueden hacernos?"»—, mientras que los cristianos más adelante lo magnificaron «llegando a considerarlo algunos eclesiásticos próximos a la corte, años más tarde, nada menos que el punto de partida de "la salvación de Hispania"».[20]

Controversia en torno a la fecha[editar]

Mapa de las campañas de la ocupación islámica de la península ibérica.

Hoy en día existen dos opiniones sobre el año en el que tuvo lugar la Batalla de Covadonga. Claudio Sánchez-Albornoz la situó durante el valiato de Ambasa, en el 722 d. C.,[21]​ pero estudiosos actuales, como Julia Montenegro y Arcadio del Castillo,[22]​ sostienen que tuvo lugar durante el gobierno de Al-Hurr, en el 718.

Referencias[editar]

  1. Zabalo Zabalegui, Javier (2004). «El número de musulmanes que atacaron Covadonga. Los precedentes bíblicos de unas cifras simbólicas». Historia. Instituciones. Documentos (31): 715-728. ISSN 0210-7716. 
  2. Crónica Albeldense. Madrid, RAH, Colección Salazar y Castro, O-16, fol. 606r-612r y O-15, fol. 57r-61r; Madrid, BN, mss 712, fol. 467-470 y mss 431, fol. 172v-174
  3. a b c Sánchez-Albornoz, Claudio. "El reino de Asturias. Orígenes de la nación española". Colección: Biblioteca Histórica Asturiana. Silverio Cañada, Gijón, 1989
  4. Ruiz de la Peña, Ignacio. "Batalla de Covadonga", en la Gran Enciclopedia Asturiana, Tomo 5, pp. 167-172. Silverio Cañada, Gijón, 1981.
  5. «El origen de Pelayo y la batalla de Covadonga». Desperta Ferro. 3 de julio de 2020. Consultado el 6 de marzo de 2023. 
  6. GIL Fernández, J.; MORALEJO, J. L. y RUÍZ de la Peña, J. I.; Crónicas Asturianas. Universidad de Oviedo, 1985.
  7. CAMINO Mayor, J.; ESTRADA García, R; VINIEGRA Pacheco, Y.; "A propósito de las fortificaciones lineales astures de El Homón de Faro (La Carisa) y El Muro (La Mesa)" en Territorio, Sociedad y Poder, N.º2; 2007, pp. 53-64.
  8. Erice, Francisco y Uría, Jorge. Historia básica de Asturias. Colección: Biblioteca Histórica Asturiana. Silverio Cañada, Gijón, 1990.
  9. Julio Valdeón Baruque. La España medieval. Actas, S.L., 2003. ISBN 84-9739-002-4
  10. Julio Valdeón Baruque et al. Historia de las Españas medievales. Editorial Crítica, 2002. ISBN 84-8432-300-5
  11. El texto se refiere al año 133 de la Hégira.
  12. Sobre tan desproporcionada cifra de combatientes, véase Francisco Javier Zabalo Zabalegui: El número de musulmanes que atacaron Covadonga; los precedentes bíblicos de unas cifras simbólicas.
  13. Crónica Albeldense. Madrid, RAH, Colección Salazar y Castro, O-16, fol. 606r-612r y O-15, fol. 57r-61r; Madrid, BN, mss 712, fol. 467-470 y mss 431, fol. 172v-174.
  14. O'Callaghan, Joseph F. (10 de septiembre de 2013). [https://books.google.es/books? id=6fPSBQAAQBAJ&pg=PA5&dq=covadonga+reconquest&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjcmOmUkszhAhUkzIUKHbX5CasQ6AEINDAD#v=onepage&q=covadonga%20reconquest&f=false Reconquest and Crusade in Medieval Spain] (en inglés). University of Pennsylvania Press. p. 5-9. ISBN 9780812203066. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  15. Manzano Moreno, 2018, p. 111.
  16. García Moreno, 1982, p. 407.
  17. Valdeón, 2002, p. 66. "Las gentes del norte, es decir los cántabro-astures, luchaban por mantener su independencia, como habían hecho en el pasado al enfrentarse tanto con romanos como con visigodos"
  18. Manzano Moreno, 2018, pp. 109-110. "La posibilidad de que Pelayo fuera un aristócrata visigodo es, en realidad, bastante remota. Todo mueve a pensar que se trataba de un caudillo local, de los muchos que afloraron antes y después de la conquista árabe, enriscado en un terreno de difícil acceso y que contaba con el apoyo de las poblaciones indígenas astures que después de haberse reunido en una asamblea decidieron seguirle de la misma forma que habían hecho con caudillos anteriores"
  19. «Juan Ignacio Ruiz de la Peña: «En Covadonga no se restaura el reino godo»». El Comercio. 10 de octubre de 2012. Consultado el 6 de marzo de 2023. 
  20. Valdeón, 2002, p. 66.
  21. SÁNCHEZ-ALBORNOZ, C.; Otra vez Guadalete y Covadonga, Cuadernos de Historia de España l-ll, 1944, pp. 68 ss.
  22. MONTENEGRO Valentín, J. y DEL CASTILLO Álvarez, A.; «Entorno a la conflictiva fecha de la batalla de Covadonga.» Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, N.º8 (1990-1991), pp. 7-18.

Bibliografía[editar]

  • García Moreno, Luis A. (1982). «Las invasiones y la época visigoda. Reinos y condados cristianos». En Juan José Sayas Abengochea y Luis A. García Moreno, ed. Romanismo y germanismo. El despertar de los pueblos hispánicos (siglos IV-X). Barcelona: Labor. pp. 245-478. ISBN 84-335-9422-2. 
  • Manzano Moreno, Eduardo (2018) [2010]. Épocas medievales. Vol. 2 de la Historia de España, dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares. Segunda reimpresión en rústica. Barcelona-Madrid: Crítica/Marcial Pons. ISBN 978-84-9892-808-2. 
  • Valdeón, Julio (2002). «El reino astur-leonés». En Juan Carrasco, Josep Maria Salrach, Julio Valdeón y María Jesús Viguera, ed. Historia de las Españas medievales. Barcelona: Crítica. pp. 65-78. ISBN 84-8432-300-5. 

Enlaces externos[editar]