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Slavoj Zizek: "Todos somos hoy Julian Assange, encerrados y sin visitas"

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"Hoy todos somos Julian Assange", sostiene el filósofo esloveno Slavoj Zizek desde su cuarentena, "encerrado, en prisión y sin visitas", añade respecto a la situación del activista político y fundador de WikiLeaks, hoy preso en Reino Unido. "Necesitamos más personas como él. Ahora nuestras armas son el teléfono e internet. Y el Gobierno puede cortarlas cuando considere".

Habla así quien ha escrito el primer ensayo sobre la situación que hoy vive el mundo entero, una pandemia sin precedentes de la que, nos recuerda Zizek, hace tiempo que nos estaban avisando. "No se trataba de si sucedería sino de cuándo sucedería", piensa.

Pandemic! Covid-19 shakes the world, editado por OR/ Books, pone palabras a lo que ahora parece estar en un segundo plano, dada la magnitud de la emergencia sanitaria, y es que hasta el gobierno más sólido de Occidente puede tambalearse en estos momentos.

"Comunismo o barbarie, ¡tan sencillo como eso¡", se atreve a decir. Y despeja para EL MUNDO algunos de los entresijos de su pensamiento actual, salpicados de anécdotas sobre sus compañeros Assange y Yanis Varoufakis, que recientemente, ya con el coronavirus expandiéndose, mantuvieron el siguiente diálogo: "Assange le dijo a Varoufakis en una breve conversación telefónica que 'esta nueva fase de crisis, al menos, nos deja claro que ahora todo es posible".

"Desde lo mejor hasta lo peor", matiza el esloveno, para quien la pandemia del coronavirus es un tremendo golpe al sistema capitalista y lo compara con el sopapo marcial que Uma Thurman efectuaba sobre su antagonista en la película de Quentin Tarantino Kill Bill 2.

Así lo explicaba en uno de sus últimos artículos, publicado el 27 de febrero en la web RT: "Beatriz usa la técnica de los cinco puntos de las artes marciales. El movimiento consiste en una combinación de presiones en el cuerpo del contrincante que provocan que el corazón explote".

Si recuerdan el filme, tras el golpe Bill tiene tiempo todavía para hacer las paces con Beatriz, luego da unos pasos y finalmente muere. Es en ese instante entre haber sido golpeado y morir en el que se fija el filósofo esloveno para sostener que la epidemia a la que nos enfrentamos es "un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista global".

Es decir, actualmente estaríamos efectuando esos pequeños pasos que daba Bill en la película, y podemos aún conseguir prevalecer, sólo que los cambios necesarios para conseguirlo, dice Zizek, deben ser "radicales".

"En algunas partes del mundo puede suceder que el poder del Estado se desintegre, o que los señores de la guerra locales controlen sus territorios al estilo de Mad Max, especialmente si surgen nuevas amenazas, como el hambre tras la invasión de las langostas. Puede suceder también que los grupos extremistas adopten estrategias nazis, es más, una versión capitalista más refinada de tal recaída en la barbarie ya se debate abiertamente en los Estados Unidos".

Zizek, memoria de elefante y verbo rápido, comienza a enumerar y a hacer correlaciones. El tuit de Donald Trump del domingo 22 de marzo en el que afirmaba que "la cura podría ser peor que el problema mismo", refiriéndose al aislamiento. Las declaraciones del vicepresidente Mike Pence sobre el regreso al trabajo de quienes ya han sufrido el coronavirus. La columna de Bret Stephens en The New York Times en la que se afirmaba que comparar el virus con la Segunda Guerra Mundial "debe ser cuestionado antes de imponer soluciones posiblemente más destructivas que el virus mismo".

"Dan Patrick, teniente gobernador de Texas", continúa, "acudió a Fox News para argumentar que prefería morir antes que ver que las medidas de salud pública dañan la economía estadounidense y dijo que creía que 'muchos abuelos en todo el país estarían de acuerdo con él'".

Respiremos. Porque si el coronavirus ya es demasiado las reflexiones sobre el mismo pueden sobrepasarnos. Por eso escuchar a Zizek puede ser pertinente, porque es uno de los filósofos que más tiempo y profundidad de reflexión está atreviéndose a realizar en este momento sobre esta cuestión primordial.

A quienes ven esta "crisis como un momento apolítico" en la que, con sencillez incluso, habría que aceptar las instrucciones del gobierno y esperar a que todo se reconduzca en un futuro no muy lejano, les recomienda releer a Kant sobre las leyes del Estado: "Obedezca, pero piense, mantenga la libertad de pensamiento".

Defiende el esloveno lo que Kant llamaba el "uso público de la razón". "Esto es lo que no comprenden los que señalan que esto es sólo una epidemia con un número relativamente pequeño de muertos: sí, es sólo una epidemia, pero ahora nos damos cuenta de que las advertencias sobre epidemias estaban completamente justificadas, y que no existe fin para ellas".

El comunismo que debería prevalecer ahora no es un sueño oscuro sino lo que ya está ocurriendo. El Estado debe asumir un papel mucho más activo

En este punto es donde Zizek introduce la idea de comunismo que, según él, debería emplearse ahora. "No se trata de un sueño oscuro sino de ponerle un nombre a lo que ya está sucediendo. El Estado debe asumir un papel mucho más activo, organizando la producción de lo que se necesite con urgencia, como mascarillas, kits de prueba y respiradores, usando hoteles y otros centros turísticos, garantizando el mínimo de supervivencia de todos los nuevos desempleados. Piensa en los millones de personas cuyos trabajos se perderán, como los de la industria del turismo: sus vidas no deberían dejarse en ningún caso a merced de meros mecanismos de mercado o estímulos únicos".

La parte buena es que, para este filósofo casi tan rápido como la actualidad, "estamos creando una nueva humanidad unificada". Sabe que otros filósofos contemporáneos, como Alain Badiou y Byung Chul Han, critican sus postulados y hasta "se mofan" de ellos cuando habla del comunismo en relación al coronavirus. No le afecta sino que responde.

"Han dice que los países occidentales están reaccionado de forma exagerada porque se estaban acostumbrando a vivir sin enemigos abiertos y tolerantes, sin mecanismos de inmunidad, por lo que cuando surgió una amenaza real entraron en pánico. ¿De verdad? ¿No está todo nuestro espectro político y social impregnado de visiones apocalípticas, amenazas de catástrofe ecológica, miedo a los refugiados musulmanes, defensa del pánico de nuestra cultura tradicional contra el universo LGBT y la teoría de género? Intenta hacer una broma y sentirás inmediatamente la fuerza de la censura de lo políticamente correcto. Nuestra permisividad hace años que se convirtió en lo opuesto".

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