Logo de Excélsior                                                        

Trump veni, vidi, vici

José Buendía Hegewisch

José Buendía Hegewisch

Número cero

Su presencia en México desnuda nuestra vulnerabilidad. Una capitulación o quebranto de una obligación fundamental, la representación nacional y el perfil político de su liderazgo. Se siente como la ausencia de un líder del sitio en el que debía estar en un momento en que la máxima prioridad es proteger a los mexicanos dentro y fuera de las fronteras. La visita de Donald Trump es una nota que hace constar esa ausencia, aunque el gobierno y otras voces reclaman pragmatismo en el acercamiento con un candidato legítimo que puede llegar a la Casa Blanca y ocasionar cataclismos económicos al país. Sin embargo, no hay justificación política para creer que abrir Los Pinos exorcizará el discurso de odio y xenofobia que a otros líderes mundiales ha llevado a cerrarle la puerta de su casa.

Hay un error de estrategia. Castigo desde su revelación, primero en México, por la ausencia de voces en favor de la visita, excepto del gobierno. Al confirmar su reunión con el candidato republicano, Peña Nieto dijo “creo en el diálogo para promover los intereses de México en el mundo y proteger a los mexicanos donde estén”. Y segundo, advertencias de la candidata demócrata, Hilary Clinton, que dijo la visita no compensa años de insultos. La amenaza de Trump es clara, pero ¿Peña Nieto cree poder convencerlo en un diálogo en los Pinos? ¿Hay acaso acuerdo alguno que se pueda cumplir y evitar que la oferta de Trump se traduzca en calamidades económicas al país?

La indignación que despertó su visita por denigrar a los mexicanos, se convierte en preocupación por la supresión de la conciencia nacionalista de un presidente que, en el mejor de los casos, opta por el “pragmatismo” frente a la mayor embestida de ataques y amenazas desde su vecino y principal socio comercial. Es esa falta de respuesta contundente la que reclaman los mexicanos de la reunión, aunque antes lo comparase con Hitler y ofreciese una estrategia para conjurar el peligro cuando cambió al embajador en Washington. Es, también, la ausencia que afecta a miles de inmigrantes amenazados por Trump y que ven la reunión como una traición.

En su encuentro, los insultos se convirtieron en “malas interpretaciones” y el escenario sirvió como acto de campaña para Trump, quien reiteró su idea de construir un muro fronterizo aunque suavizó su discurso antiinmigrante previo a la alocución sobre política migratoria en Arizona, pero sin disculparse por sus dichos.

¿Realmente, es posible pensar que la visita pondrá las cosas en paz? ¿Qué el acercamiento alejará el peligro de su triunfo? ¿Hasta dónde abre un distanciamiento con los demócratas? ¿Cuál es el costo de un acuerdo con Trump para la conciencia nacional? ¿Puede cumplirse? La diplomacia aconsejaría recibir primero a Clinton —puntera en las encuestas— o esperar al vencedor de la elección, incluso, priorizar el acercamiento con el Partido Republicano antes que rendirse ante amenazas de un candidato outsider. La relación con EU es esencial para el bienestar de los mexicanos, la cuestión es si éste es el camino para asegurarlo, o si por el contrario, se abre la puerta para que en EU se decanten por opciones políticas en México.

Los relevos presidenciales en EU y en 2018 en México tienen profundas implicaciones en las estrategias de la política bilateral. La posición del gobierno mexicano había sido mantenerse al margen del proceso electoral estadunidense, pero ayer en Los Pinos pareció un acto de campaña de Trump. ¿Qué ha hecho cambiar su postura? ¿Por qué corre el riesgo de distanciarse de Clinton cuando lidera las encuestas? ¿Tendríamos que aceptar que en 2018 la oposición reciba el apoyo del nuevo inquilino de la Casa Blanca... o ya lo tiene del actual?

Comparte en Redes Sociales